Fernando, tu sigues ahi
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Enric Lleal Serra@2:343/107.1 to
Todos on Fri Dec 4 13:35:14 2009
Hola Todos!
*Fernando: T£... sigues aquĦ*
Un 3 de diciembre del 89, morĦa en un accidente Fernando MartĦn. Veinte a¤os despus, su carism tica figura sigue brillando. Rememora aquellos dĦas y descubre por qu es tan simb˘lico e importante en un emotivo reportaje de Daniel Barranquero
Fernando MartĦn, inolvidable para los aficionados
Redacci˘n, 3 Dic. 2009.- Era un dĦa propicio para quedarse en casa. Domingo frĦo, lluvioso, desapacible en casi toda la geografĦa nacional. Inundaciones en
el levante, viento en el sur, lluvia en el centro y s˘lo alg£n respiro por el norte en forma de claros intermitentes.
De repente, el sollozo del cielo torn˘ en llanto. Y todo se precipit˘, tan lento y tan r pido a la vez, que los recuerdos permanecen inalterables. Malditas horas aquellas. Tu madre entr˘ precipitadamente en tu habitaci˘n para decirte la mala noticia. Tu padre, aquel al que no le gustaba mucho el baloncesto pero enganchado a esta maravillosa locura tras esas madrugadas eternas vividas un lustro antes, durante los JJOO, te llamaba entre l grimas para cont rtelo. Tu amigo, ese con el que te pasabas horas tirando a canasta emulando a tu Ħdolo en la cancha del barrio, subĦa a tu piso para compartir contigo el dolor por su primera prdida, casi tan real como una de su propia familia.
Las radios echaban humo. Los que habĦan desafiado al frĦo para salir a comer fuera aquel domingo, no se lo podĦan creer en su camino de regreso a casa. Todo
parecĦa un mal sue¤o. Ojal lo fuera. Una est£pida pesadilla, innecesaria ella,
de gui˘n err tico y reglones torcidos, un final abrupto para un cuento de hadas, un epĦlogo injusto para el libro m s bello. En las noticias, reinaba la confusi˘n. El £nico dato confirmado era el accidente de tr fico de un jugador del Real Madrid de baloncesto.
Ellos, los jugadores del Real Madrid, tenĦan las mismas dudas que cualquier aficionado aquella tarde. Un compa¤ero acababa de estrellarse y el juego parecĦa macabro. Ruleta rusa. El que entraba por vestuarios antes de aquel partido ante el CAI Zaragoza, se tachaba de la lista. Un suspiro al comprobar que el recin llegado estaba bien mas una agonĦa al estrecharse la relaci˘n de candidatos. Los segundos se hacĦan horas y la tensi˘n crecĦa al darse antes la noticia de la muerte de ese accidentado que su propio nombre.
Cuando Quique Villalobos lleg˘, con decenas de periodistas esperando en la entrada, s˘lo faltaba uno. Fernando MartĦn nunca se reunirĦa con sus compa¤eros. Nadie querĦa creerlo. La confusi˘n dio paso a la incredulidad y sta, a la frustraci˘n, a la impotencia m s desoladora. Silencio en cada casa. Las ondas de radio y televisi˘n se entremezclaban para dar certeza al peor de los augurios. Con voz de cristal, la muerte de Fernando se convertĦa en certeza.
Cada generaci˘n tiene fechas se¤aladas en el calendario marcadas para siempre. Noticias felices, las menos, dĦas oscuros, los m s, en los que lo cotidiano se recuerda tanto como el propio hecho. La llegada del hombre a la luna, el golpe de estado de Tejero, la caĦda de las Torres Gemelas o la sangre inocente derramada el 11-M en Madrid. En baloncesto, al menos en Espa¤a, si hay un dĦa en el que todos coinciden al afirmar que recuerdan perfectamente d˘nde y c˘mo vivieron y reaccionaron ante un suceso, ese es el 3 de diciembre de 1989. La muerte de una leyenda se marca m s a fuego incluso que el m s feliz de los xitos conquistados. Dos dcadas despus, el recuerdo permanece intacto.
Una estrella que eligi˘ el baloncesto
Cuando se habla de Fernando MartĦn, siempre se alude al dicho que podĦa haber triunfado en la disciplina que hubiera querido. No es un brindis al sol. Superdotado en su fĦsico, como nadador fue campe˘n de Castilla y aspiraba a lo m ximo. Como jugador de balonmano el futuro era suyo y el propio Juan de Dios Rom n se habĦa enamorado de sus cualidades. Hasta brillaba en el tenis de mesa.
Sin embargo, Fernando MartĦn acab˘ desarrollando su talento en el baloncesto, en un monumento al mutualismo m s perfecto. El noviazgo anhelado, la pareja que
m s encaja. El basket le convirti˘ en mito y l en deporte de masas y en un autntico boom al baloncesto. Todo un impulso para la recin nacida ACB.
Su ascenso fue mete˘rico. A pesar de tardar en decantarse por este deporte, se convirti˘ pronto en uno de los mejores j£niors de Espa¤a, arrasando en el Estudiantes y en las selecciones inferiores de Espa¤a. No habĦa cumplido los 20, con poquĦsimo bagaje a£n en su haber, y ya era titular en un Estudiantes que se atrevi˘ a hacerle frente al Bara en la final de liga. Era el hombre de moda y Real Madrid, Joventut e incluso Barcelona se interesaron por su fichaje,
consiguiendo el conjunto blanco firmarle, pagando casi 12 millones de pesetas a
su club de origen.
En su debut, en la Copa Intercontinental ante el Santa Kilda australiano, anot˘
medio centenar de puntos sin pesta¤ear. HabĦa nacido el mito. En el Madrid y en
Espa¤a. Fuerte en defensa, aguerrido, intenso como ninguno. Sus centĦmetros no metĦan miedo pero sĦ su forma de jugar. CorrĦa como un 3, parecĦa ocupar m s espacio en la pintura que el 5 m s gigante y le ganaba la posici˘n en la zona a
cualquiera, a veces dando un paso hacia atr s para chocar con su defensor para ganarle la partida. Con un rango de tiro limitado, su medio gancho en suspensi˘n resultaba imparable, dominaba el tiro a tabla y, sin ser un virtuoso
en cada una de las facetas del juego, conocĦa sus virtudes y las explotaba a la
perfecci˘n. Lo que hacĦa, lo hacĦa muy bien.
Una y otra vez, sin que nadie pudiera pararle. CreĦa en la victoria, se auto-exigĦa dar el lĦmite ("A ganar por 20", su lema m s repetido) y pr cticamente se le saltaban las l grimas con una quinta falta personal o una lesi˘n que le impidiera ayudar a los suyos.
Era como ese tipo de pĦvots resolutivos en ataque procedentes de Estados Unidos, pero con el comodĦn para el Madrid que le daba su condici˘n de nacional
(siempre quedarĦa hueco para otro par de estrellas extranjeras), con m s dosis de testosterona y un grado de compromiso £nico. Y es que con Fernando, los n£meros, que ya de por sĦ eran formidables, quedaban eclipsados por el aura que
desprendĦa. l era el Elegido. El super-hroe capaz de poner de moda este deporte. Su car cter vitalista y ganador trascendĦa la pantalla. Ödolo. Carisma, puro carisma para moldear su leyenda.
El pionero que super˘ lo imposible
En el Real Madrid pronto llovieron los tĦtulos -cuatro Ligas y dos Copas en su primera etapa-, aunque el xito del que estaba m s orgulloso era del alcanzado en los Juegos OlĦmpicos de Los µngeles, en 1984. En aquellos dĦas de verano, media Espa¤a trasnoch˘ para ver las andanzas de un grupo de amigos capaces de todo, que se crecieron ante las adversidades hasta alcanzar una plata olĦmpica con sabor al m s fiel de los oros. El lĦder de una generaci˘n, el sĦmbolo perfecto del crecimiento del basket. Aroma a 80, dcada prodigiosa, a¤os dorados, capit n de un barco que viaj˘ hacia lo desconocido para acabar colonizando el mismĦsimo cielo.
En 1985 es elegido en el draft por New Jersey en la posici˘n n£mero 38, y prueba en el campus de verano con los Nets, aunque hasta el a¤o siguiente no da
el salto a la NBA. Perd˘n, el Salto m s bien. Ahora est a la orden del dĦa, mas en aquella poca parecĦa el mayor de los sue¤os, el alpinista que intentaba
escalar una monta¤a virgen, el primer cohete al espacio. Un europeo sin haberse
formado en universidades americanas, un rebelde irreverente que pisaba territorio vedado. Un loco. Un pionero. Una estrella.
Con los Blazers jam s pudo triunfar. Un tcnico conservador, Schuler, no apost˘
por l. Se le achacaban pocos centĦmetros para jugar por dentro y poco tiro para destacar como alero. Y puede que llevaran raz˘n. No obstante, por Fernando
no habĦa quedado. l, que oblig˘ a que le pusieran tilde en la "i" de su camiseta y que respondĦa de forma tajante a los que le preguntaban si un total de 146 minutos y 22 puntos en toda una temporada le suponĦan un fracaso: "S˘lo hay 240 jugadores en el mundo que pueden jugar allĦ".
Sufri˘ bastante el conjunto madridista para conseguir su regreso. Un tira y afloja que dur˘ semanas, un camino de espinas que acab˘ siendo de rosas cuando Fernando MartĦn acept˘ por fin la oferta blanca, con cifras astron˘micas de por
medio. No fue sencillo readaptarse a lo antiguo tras conocer un baloncesto tan profesionalizado, una organizaci˘n tan diferente, un concepto de juego tan diametralmente opuesto. Empero, despus del desconcierto de los primeros meses,
el pĦvot se encontr˘ a sĦ mismo, para ganar una Copa, una Recopa y protagonizar
en esta segunda etapa m s momentos £nicos. Su pique con Petrovic, como rival y como compa¤ero, su duelo con el blaugrana Norris, quiz el m s representativo en este m s de cuarto de siglo de ACB, aquel partido en el que, lesionado, viaj˘ a Barcelona, dej˘ helados a sus todos y, al grito de "Yo no me levanto para perder", contagi˘ a sus compa¤eros, que acabaron ganando de forma pica en
el Palau.
No era s˘lo un jugador de baloncesto. Fuerte, apuesto, guapo, triunfador. El sue¤o americano a la espa¤ola. La primera estrella medi tica verdadera en el baloncesto nacional. Carne de prensa del coraz˘n, objetivo del paparazzi indiscreto. Un reinado en la cancha, un imperio fuera de ella. El representante, el sĦmbolo. Querido por los aficionados y conocidos hasta por los menos iniciados. Un 'Beckham' prematuro, castizo, con valores que calaron en generaciones enteras. El ni¤o que sustituy˘ el bal˘n de f£tbol por el naranja en el recreo por su influencia, el adolescente que pasaba sus horas muertes jugando a su videojuego (Fernando Martin Basket Master) en el Spectrum y hasta el abuelo que se enter˘ del significado de esas tres extra¤as siglas cuando Fernando pis˘ la NBA. En Espa¤a, l era el baloncesto.
Aquel maldito 3 de diciembre...
El mundo miraba expectante la cumbre entre Estados Unidos y la URSS celebrada en Malta. El apret˘n de manos entre Bush y Gorbachov terminaba por fin con la Guerra FrĦa. M s bien lo poco que quedaba a£n en pie tras el derribo, casi un mes antes, del Muro de la Vergenza de BerlĦn. En Espa¤a, la actualidad baloncestĦstica giraba en torno a la jornada de liga de ese fin de semana. Regresaba la ACB tras el par˘n por los compromisos internacionales, en el que se aprovech˘ para disputar el All Star.
Los principales alicientes eran el debut de Wood como blaugrana, el estreno de Lockhart en Sevilla y el de Frederick con el Real Madrid. Fernando no iba a jugar contra el CAI por una tendinitis, pero se desplaz˘ para ver el partido con sus compa¤eros. Iba r pido, demasiado r pido, sin recordar ya aquel accidente que habĦa sufrido tres a¤os antes del que sali˘ milagrosamente intacto. Maldita velocidad. LlovĦa en Madrid y su Lancia Thema dijo basta. Indomable, perdi˘ el control y acab˘ atravesando cinco carriles en la M-30, hasta acabar estrell ndose contra un Opel Kadett, conducido por un Ricardo Delgado Cascales que sobrevivi˘ aunque con graves heridas y al que, como a su familia, esta efemride doler a£n m s por el perpetuo vacĦo medi tico hacia su
figura, de una injusta memoria colectiva que a veces olvida que l tambin fue vĦctima.
El reloj se paraba para siempre a las 15:20. Ya nada volverĦa a ser como antes.
A s˘lo cincuenta metros de los servicios funerarios de la M-30. Con las fotos que llevaba en su cartera para firm rselas a los caza-aut˘grafos esparcidas por
la carretera, manchadas de tierra y sangre. No podĦa ser. Con 27 a¤os, en un momento lgido de su carrera, contento por la llegada de su hijo Jan a pasar las navidades con l y con mil planes a corto y medio plazo pendientes. Ese gigante imbatible, aquel ganador perpetuo, sufrĦa la primera derrota de su vida. La m s inesperada, la m s dolorosa.
Las manijas del reloj avanzaron con pesadez, deseosas de retroceder para cambiar lo inalterable. Un cuarto de hora despus, ingres˘ cad ver en el Ram˘n y Cajal. Y comenz˘ la vor gine medi tica, las dudas de las primeras horas, los silencios tras la noticia en radio y televisi˘n, la angustia como respuesta. Las l grimas de Antonio DĦaz Miguel cuando lleg˘ al hospital eran compartidas por todo un paĦs, que veĦan con admiraci˘n la entereza y fuerza con la que afrontaba su familia el dĦa m s duro de sus vidas. No, por Dios, no, esto no estaba en el gui˘n. No se puede detener una vida con s˘lo 27 a¤os, no se puede cortar un sue¤o cuando est est en su apogeo, no se le puede robar de un plumazo un Ħdolo a millones de personas.
Entre l grimas y honras
"El £nico lĦder que tenĦamos se nos ha ido", sentenciaba Ferr ndiz. "Soy incapaz de hablar de l como jugador, s˘lo me acuerdo como persona", espetaba AĦto GarcĦa Reneses. Los comentarios se sucedĦan, los elogios se relevaban entre sĦ, en una eterna cadena que devolvĦa tras su muerte todo lo que l habĦa
aportado en vida. "Amigo", "grande", "inigualable", "£nico", "pionero", "sĦmbolo", "Ħdolo" se repetĦan. pero ning£n calificativo son˘ tanto como el de "carism tico". Tanto, que el basket parecĦa un desierto con su ausencia. Sin l
se habĦa ido tambin una peque¤a parte de este deporte y de la propia ACB, hurfana.
George Karl confiesa 20 a¤os despus en MARCA que las horas vividas -sufridas- entre aquel infausto domingo de hace veinte a¤os y el siguiente martes son las que m s recuerda de toda su vida. Muchos aficionados, aunque jam s hablaran con
l, aunque s˘lo le conocieran por lo visto en el pabell˘n o la pantalla, tienen
hoy la misma sensaci˘n.
El lunes 4 de diciembre, su capilla ardiente se instal˘ en el Pabell˘n de la Ciudad Deportiva. Todas las personalidades del mundo de la canasta, los compa¤eros, los oponentes, los de anta¤o, los del presente, todos, absolutamente todos, quisieron darle el £ltimo adi˘s a Fernando. Doli˘ especialmente ver a los jugadores madridistas, abatidos, con un Romay absolutamente destrozado. Conmovi˘ ver la sensibilidad de sus archirrivales barcelonistas abraz ndose con los madridistas y compartiendo las l grimas por MartĦn. Su mayor rival deportivo, Audie Norris, con tantas batallas libradas y moratones por el camino de aquella lucha en la pintura, le definĦa como amigo, algo que quedaba ya para la eternidad.
Ese dĦa fue tambin el del homenaje popular, de unos ciudadanos que necesitaban
darle las gracias a su astro, m s cerca de las estrellas que nunca. Un aficionado an˘nimo puso sobre su fretro la mĦtica camiseta con el 10 de Fernando, en una de las instant neas m s simb˘licas de aquellas frenticas horas. Al dĦa siguiente, la respuesta popular fue igual de alta en su entierro,
celebrado en el cementerio de la Almudena.
Cientos y cientos de chavales que aprovechaban su recreo para despedir a su Ħdolo, adultos que sencillamente se habĦan enamorado del baloncesto tras su llegada y sus seres m s cercanos, conscientes de que Fernando jam s se irĦa del
todo. M s de dos metros de flores y coronas -desde Portland a la Demencia tuvieron ese detalle- antes de poner al fin la l pida, en un momento cargado de
emoci˘n que Paco Torres, hace ahora 20 a¤os, supo capturar con precisa emoci˘n en Gigantes: "Y cuando esas j˘venes manos, muchas de ellas acostumbradas a jugar con balones de pl stico en patios de colegio, le aplaudieron por £ltima vez, Fernando comenzaba a ser leyenda".
Quedaba a£n el £ltimo trago. El m s difĦcil pero tal vez el m s necesario. El adi˘s en la cancha. l hubiera deseado que se jugara aquel encuentro de Recopa ante el PAOK. Y Antonio, todo coraje, todo fuerza, asinti˘. HabrĦa partido. Result˘ muy duro. Una silla vacĦa con su ch ndal y su camiseta simbolizaban su ausencia. Ovaci˘n, flores, m s homenajes. Hasta una oraci˘n rezada por un sacerdote por megafonĦa en su recuerdo. Cocktail de emociones, pelos de punta, piel de gallina.
El mito sigue intacto
A las 19:30, horas despus de enterrar a su hermano, Antonio MartĦn anotaba la primera canasta de su equipo ante el PAOK. Aunque el conjunto griego aprovech˘ la fragilidad mental y fĦsica por las circunstancias de su rival y se escap˘ en
la primera parte por 13 puntos. ParecĦa un paseo militar de los visitantes. La derrota m s asumible, la excusa m s verdadera. ¨Qu se dijo en vestuarios? S˘lo
ellos lo saben. Pero si existe realmente algo despus de la vida, si hay un cielo, un alma, un "algo" que se pueda sentir, allĦ estuvo aquel dĦa. "Fernando
est aquĦ", cantaban en las gradas. Qu raz˘n.
Se vivieron los minutos m s m gicos del Real Madrid en muchos a¤os. Una de las remontadas hist˘ricas, mezcla de rabia y honra en su honor. En siete minutos se
pusieron por delante y muy pronto habĦan encarrilado el partido. Antonio parecĦa poseĦdo, con unos minutos maravillosos que le catapultaron hasta los 18
puntos y 16 rebotes al final del partido. Ojos enrojecidos, abrazos de sus compa¤eros y m s l grimas cuando enfil˘ el camino del banquillo, con el choque ya en el bolsillo para los suyos. HabĦa que ganar y habĦa que hacerlo por veinte, como l siempre repetĦa. Y se hizo, con un 92-71 que dejaba at˘nito al tcnico George Karl en la rueda de prensa: "Es el dĦa m s especial de mi vida, el partido m s inmenso que he visto nunca. Hoy no se gan˘ por mis planteamientos t cticos, ha sido la presencia de Fernando MartĦn. Pero si algunos llevan dos noches seguidas sin dormir.".
Emocionados y orgullosos, los padres lo vieron todo desde el palco. Su madre lleg˘ a decir que si habĦa ido toda la vida a ver a los dos hermanos jugar, no encontraba el motivo para dejar de hacerlo ahora, aunque s˘lo estuviera Antonio. Y nadie pudo responderle nada. El p£blico, entre vĦtores a Fernando, se gir˘ hacia el palco para mostrarle su cari¤o y los jugadores, que habĦan regresado de vestuarios para agradecer el apoyo mostrado, subieron a compartir esos momentos con ellos. Con Romay a la cabeza, result˘ quiz la escena m s estremecedora desde el domingo, con toda la plantilla blanca abrazando y besando a los padres de la figura madridista.
Siempre en nuestra mente
Todos te prometimos que nunca le Ħbamos a olvidar, Fernando. Y veinte a¤os despus demostramos que no lo hicimos. Y lo haremos un 3 de diciembre o un 4 de
marzo. El dĦa que sea. Como cuando entraste en el sal˘n de la Fama de la FIBA o
cuando Rudy Fern ndez, con medio mundo mirando en los mates del All-Star NBA, se atrevi˘ a machacar con una camiseta tuya puesta. Pabellones y calles con tu nombre, tu 10 retirado. Hoy leer s desde donde ests muchos homenajes, muchas palabras que pueden llevarse el viento. Pero los sentimientos no entienden de vientos, de lluvias, de a¤os, de nada. Tu recuerdo inalterable por aquellos que
te vieron jugar y por los que hoy preguntan por ti.
Porque marcaste a una generaci˘n entera y lo sigues haciendo con la que est tomando el testigo. Porque hasta los que no te pudieron ver en directo saben ya
de tu importancia, porque sin ti y otro pu¤ado de hroes como t£ quiz en la actualidad el baloncesto no serĦa una parte tan importante de nuestras vidas y la ACB no habrĦa alcanzado este nivel. Porque si no te hubieras arriesgado en la NBA, puede que hoy no valor semos los xitos de nuestros representantes allĦ. Porque eres padre de la generaci˘n de los 80 y de unos jugadores que nos lo han dado todo, pero que sin un jugador tan carism tico como modelo a seguir,
quiz se hubieran dedicado a otra cosa.
Fuiste Ħntegro, verdadero, fiel a ti mismo. Te gustaba la lectura, el buen vino
y hasta tenĦas xito con las mujeres. Supiste vivir la vida y sta te traicion˘. PoseĦas car cter fuerte e incluso tu punto bohemio. Tal vez por ello
calaste tan hondo. Eres inmortal. Te lo dir n mil veces. Esta vez puedes creerlo. Veinte a¤os despus, seguimos hablando de ti, de tu trayectoria, de tu
simbolismo, de tu vida, de tu muerte. Creme ahora a mĦ. Dentro de una, tres o cinco dcadas lo seguiremos haciendo. Lo seguir n haciendo. Idealiz ndote incluso m s. Es lo que tienen los mitos. Es lo que tienen las leyendas. Te lo dijimos, Fernando. T£... sigues aquĦ.
Daniel Barranquero
ACB.COM
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A reveure!!
Enric
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... De haberlo sabido me hubiera hecho hojalatero (A.Einstein)
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