Hola All!
Me ha llegado de una lista de correo que aún funciona... [e3]musica.
http://www.elconfidencial.com/cultura/2014-10-05/indies-hipsters-y-gafapastas-a
l-paredon_223606/
INDIES, 'HIPSTERS' Y GAFAPASTAS AL PAREDÓN >------------------------------------------
Pss, pss, amigo. ¿Se siente usted el más moderno de su clase / oficina
/ familia? ¿Cree usted que Wilco, Arcade Fire y Radiohead son lo mejor
que le ha pasado a la música en las últimas cuatro décadas? ¿Se toma
las recomendaciones musicales de Rockdelux y Pitchfork como un dogma
de fe? ¿Tiene fobia a la cultura politizada? ¿Se ríe usted a
mandíbula batiente de los gustos musicales de chonis, perroflautas y bakaladeros? ¿Se cree usted, en definitiva, único y especial? Pues no
se preocupe: tenemos la solución a su problema, la lectura del ensayo
Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural
(Capitán Swing, 2014), del periodista Víctor Lenore, que más que
escribir un libro ha inventado la primera máquina de deshipsterizar
personas. El ensayo se publica la semana que viene.
De lo hipster hay que huir como de la peste, viene a decir Lenore, y
sabe de lo que habla: él ha sido el primero en deshipsterizarse, al
pasar de periodista musical deslumbrado por el indie en los noventa a
crítico cultural embarcado en una misión en el siglo XXI: desvelar la
impostura indie/hipster y, al mismo tiempo, acercar al gran público
estilos y grupos en la periferia del gusto dominante.
Lenore, periodista cultural de referencia y colaborador de este
periódico, responde así a los que airean su contradictoria biografía
personal y laboral para desarmar sus argumentaciones. "Damos demasiada importancia a la coherencia personal y muy poca a los debates
colectivos", espeta.
Y procede a explicar su caso para meterse en harina. O cómo Víctor
Lenore escapó del infierno hipster y vivió para contarlo (y soltar
unos cuantos mamporros a los indies): "En 1995 yo tenía 23 años y a
esa edad la gente no suele ser muy fiable. Mi vestuario de entonces
consistía en seis camisetas de Morrissey, seis de Sonic Youth y seis
de Manic Street Preachers. Básicamente yo era una versión alienada y
esnob de una belieber actual, con la desventaja de la carga de
esnobismo que conlleva creerte 'alternativo' y superior a los demás.
No sé si tengo razón en lo que escribo ahora, pero estoy seguro de que
no la tenía entonces. Me conformo con que el lector se convenza de
eso. En realidad, mi hipsterismo duró hasta pasados los treinta. Mitad
por inclinación personal, mitad por imperativo laboral, me pasaba el
día escribiendo alabanzas sobre Wilco, The Strokes, Animal Collective,
Leonard Cohen, Los Planetas y otra serie de nombres 'elegantes',
'exquisitos' y 'especiales'. Gran parte de mi vida era una burbuja
estética ajena a la realidad, incluso a mis problemas vitales más
inmediatos", cuenta a El Confidencial. Del indie también se
sale. Puedo certificarloLenore, por tanto, sería la demostración en
carne viva de que del indie, como de la droga, "también se sale". Es
duro renunciar a ser especial, sí, pero se puede: el hipsterismo tiene
cura, amigos. "Del indie también se sale. Puedo certificarlo. Ayuda
cumplir años: te relajas y vas tomando conciencia de que muchos de tus
códigos culturales son fruto de la inercia, la inseguridad y la
idiotez individualista", espeta.
Todo esto suena un poco a la furia del converso, en efecto, como si
Lenore hubiera decidido purgar sus pecados de juventud acabando a
bombazos con el indie. Que el cantante Nacho Vegas prologue el libro,
en un texto reflexivo y con mucho filo político, podría reforzar esa
idea. Pero no. Lo que hace que Indies, hipsters y gafapastas sea
muchísimo más que el desahogo de un crítico en dramática lucha
freudiana contra sí mismo es la capacidad de Lenore para argumentar su
tesis.
Estamos ante un ensayo con chicha -en la línea del traje que le hizo
Thomas Frank a la mercantilización de la contracultura estadounidense
en La cultura de lo cool- sobre un tema relevante, ya que refleja
dinámicas sociales profundas; por ejemplo, la relación entre nuestros
gustos culturales y el modo en que nos organizamos como sociedad. Por
si todo esto no fuera suficiente, Indies, hipsters y gafapastas es
también un libro beligerante que va a levantar ampollas: Lenore
reparte mandobles a diestro y a siniestro (la lista de grupos,
escritores, directores y medios de tendencias vapuleados en el ensayo
es demasiado extensa como para comentarla con detalle). Toda una rara
avis, por tanto, en el contexto del periodismo cultural cañí, más
amigo de la reseña promocional y la obsesión con las tendencias que de
los enfoques conflictivos.
Lenore ha tenido en los últimos años sonoros "desencuentros" con lo
que él denomina "el ala dura del hipsterismo, la que "no soporta a
Manu Chao por ser un artista que hace música popular latina". Su
explicación a esta fobia hipster no le ayudará precisamente a limar
asperezas con sus enemigos modernos:
"Siempre me ha interesado América del sur: Víctor Jara, Rubén Blades,
el reggaetón....Son artistas que la mayoría de hipsters españoles no
soportan, seguramente por una mezcla de prejuicios racistas y
clasistas", afirma.
A los indies les repatea escuchar la misma música que disfruta una
señora ecuatoriana que limpia casasY procede a poner un par de
ejemplos sangrantes: "A los indies les repatea escuchar la misma
música que disfruta una señora ecuatoriana que limpia casas. Todo lo
que sean problemas ajenos les suena a panfleto. Esta escena cultural
arrastra un enorme cargamento de prejuicios. Pero no hablamos solo de
una cuestión de gustos: un hipster puede pasar tres días de fiesta en
un festival como el Sónar y despreciar a la gente que baila los mismos discjockeys en un club de extrarradio donde acude público de clase
obrera. No es solo lo qué bailas, sino con quién lo bailas. Parece
que escuchar una sesión de techno rodeado de diseñadores gráficos
fuera más valioso que hacerlo entre reponedores del Ahorra Más. La
cultura hipster, en gran parte, funciona como legitimación del
clasismo", afirma con no poca dosis de vitriolo.
Para entendernos: lo hipster sería la actual degeneración de lo indie,
y a todos ellos les podríamos agrupar bajo la etiqueta clásica de "los modernos". Término que en otra época se asociaba más al underground,
pero que actualmente, según Lenore, vendría a poner nombre a una élite
cultural del buen gusto. La casta de la modernidad (ejem). Los
modernos han hecho suyos los valores de la clase alta, empezando por
el consumismo, la meritocracia y el emprendizaje". Son élite porque
están más atentos que nadie a los nuevos productos culturales. Unos
dicen que los hipsters son jóvenes con gran curiosidad cultural, otros
les vemos como los consumidores más inseguros y obedientes del mercado
(por lo menos, yo lo era en mis años como hipster). El 'buen gusto' es
un concepto vacío, variable y cuestionable. Cuando nuestra abuela
compra una figurita de Lladró suele hacerlo en nombre del buen gusto.
No encuentro mucha diferencia entre eso y pagar cien euros para
escuchar los gorgoritos de Bjork en el Liceo o de Antony & The
Johnsons en el Teatro Real, acompañados de una escenografía
posmoderna. No se trata de depurar nuestro 'buen gusto' para llegar a
otro mejor, sino de examinar qué tipo de relaciones generan nuestras preferencias estéticas. Una escena cultural elitista y mitómana no es compatible con una sociedad igualitaria. Los hipsters solo son élite
en el sentido de que han hecho suyos los valores de la clase alta,
empezando por el consumismo, la meritocracia y el emprendizaje. En
muchas ocasiones, se trata de un proceso inconsciente", razona.
El libro de Lenore sería, por tanto, un intento por dinamitar la
presunta neutralidad del gusto cultural. Apoyándose en los análisis
del sociólogo francés Pierre Bourdieu, el ensayista trata de demostrar
que los gustos no vienen determinados por la sensibilidad de cada
cual, sino por factores tan poco bucólicos como la clase o el entorno
social. El gusto cultural no es inocente.
Confundimos la cultura con la lista de la compra de la FNAC. "El
mercado no es algo neutro: tiene una fuerte carga de imposición. Nos
meten por los ojos ciertos productos como requisito para encajar en determinados ambientes sociales. Lo que marca ahora la pauta puede ser
un Iphone, un disco de Kanye West o una exposición del fotógrafo porno
punk Terry Richardson. Escoger esos consumos no es rebelarse frente a
lo que propone Telecinco, sino ser obediente con lo que prescribe
Radio 3 y las revistas de tendencias... Escoger entre los productos
culturales que nos ofrece la industria es mucho más fácil que
construir relaciones culturales propias. Por eso confundimos la
cultura con la lista de la compra de la FNAC. Muchas pandillas indies
no tienen más conexión que ser fans de Joy Division, Radiohead y
Arcade Fire; son relaciones basadas en contraseñas estéticas. La
mayoría de iconos hipster apuestan por un nihilismo cool: el mundo es
un absurdo irreparable y lo único que merece la pena es acumular
placer y refinar tu sensibilidad artística. Me parece una postura muy reaccionaria", espeta Lenore.
El periodista, que abre muchos frentes argumentativos en el ensayo,
analiza también por qué los medios de comunicación priman la cobertura
de lo indie/hipster sobre el resto de movimientos culturales. Una de
las explicaciones tendría que ver con su condición de producto de
consumo que encaja como un guante en el mainstream económico; lo que,
según Lenore, convierte en entrañables las ínfulas alternativas de los hipsters.
"Thomas Frank dice que 'las élites adoran la revoluciones que se
limitan a cambios estéticos'. Lo hipster es una estética de aire
moderno que, al mismo tiempo, no crea conflictos políticos con los
directivos, los anunciantes, ni los lectores de los grandes medios.
Conceptos como 'creatividad', 'innovación', 'genio' y 'emprendizaje'
son los favoritos de la escena hipster y también de las grandes
corporaciones. Por eso la mitad de las campañas publicitarias tienen
banda sonora de estos grupos cool. Sonic Youth publican recopilatorio
en Starbucks, los Pixies anuncian Apple y Russian Red se reparte entre
Women's Secret y Trinaranjus. El lenguaje de los hipsters y el de los ejecutivos publicitarios es calcado: si compras este producto o
escuchas este grupo dejarás de pertenecer a 'la masa' y te convertirás
en 'especial'. Es un truco simplón y transparente, pero también muy
efectivo. A mí me tuvo engañado durante unos veinte años", razona el periodista.
Resumiendo para acabar: Puede que los hipsters se consideren muy
especiales por oír música experimental, en contraste con los merluzos
que asisten al Viña Rock, pero lo que les define en realidad es algo
tan ordinario y mainstream como sus gustos como consumidores. De ahí
que, donde unos ven sofisticación individual, Lenore vea más bien
"paletismo" borrego.
"La cultura indie, hipster y gafapasta se basa en comprar. Es verdad
que los productos son distintos a los habituales: digamos comida
orgánica, ediciones limitadas en vinilo y lámparas retro, pero al fin
y al cabo lo que te define es el consumo. En realidad, lo hipster es
una puesta al día de la mentalidad de los pijos de los ochenta. Por
eso Alaska y Mario Vaquerizo hablan el mismo lenguaje que su amiga
Carmen Lomana, aunque a unos les gusten los Ramones y a otra las
rancheras. Lo que digo en el libro es que no eres superior a nadie por
haber pasado un año en Berlín, leer a Foster Wallace y escuchar
antifolk. Es cierto que hemos ganado en variedad de estilos de vida,
pero no de posturas vitales, ya que sigue mandando el individualismo y
el consumismo. Ser una persona culta, consciente y sofisticada
requiere mucho más esfuerzo que el de usar tu tarjeta de crédito. En
gran parte, los hipsters son una versión 2.0 de los yuppies, con mucho
menos dinero pero igual de narcisistas", zanja Lenore
En dos palabras: haciendo amigos.
-
A reveure!!
Enric
__________________________________________________________________
FidoNet: 2:343/107.1 | beholderbbs.org | fidonet.cat | .es | .ws
InterNet: kishpa(at)kishpa(dot)com | kishpa.com | GPG#0xDCCB8CFC
... Dios mío, dame paciencia... ¡¡pero dámela YAAAA!!
--- crashmail + golded + binkd
* Origin: Black flag & crossed bones : Eye Of The Beholder BBS! (2:343/107.1)