--- El sáb, 13/9/08, Rafa Corrales <rafaelmsx(_en_)iservicesmail(_punto_)com>
escribió:
De: Rafa Corrales <rafaelmsx(_en_)iservicesmail(_punto_)com>
Asunto: [hispamsx] Recuerdos...
Para: "Hispamsx" <hispamsx(_en_)yahoogroups(_punto_)com>
Fecha: sábado, 13 septiembre, 2008 10:41
Un saludo,
Rafa Corrales.
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Aunque no sé los detalles, me puedo imaginar una clase abstracta de la cual
deriva tu problema específico. Pero el principal problema no existe en los
demás, sino en uno mismo, en este caso, en ti mismo, Rafa.
No pretendo ni mucho menos defender a otras personas, pues como ya te he dicho,
no sé qué gente se haya involucrada en ese problema que desconozco. Pero sí te
puedo decir que he visto a mucha gente en tu caso, y al final la principal
culpa es de ellos mismos.
El problema viene cuando uno empieza a hacer una cosa porque le gusta. Con ello
consigue crear algo y ello hace que ciertas personas se interesen. A partir de
ese momento, uno ya no continúa esa tarea para sí mismo, si no que la acaba
realizando para los demás. Acaba oyendo lo que los demás quieren y cómo lo
quieren, y uno se siente con ganas de agradar. De repente el objetivo de hacer
algo simplemente porque le agrada se convierte en hacer algo para agradar a los
demás. Y ahí es cuando aparece un grupo de desagradecidos, envidiosos,
antipáticos, aguafiestas o como quieras llamarlos, que minan las fuerzas y los
ánimos de mucha gente, y se dedican a atacar y criticar todo aquello que no les
gusta por puro placer.
¿Pero es sólo de ellos el problema? ¿Realmente es necesario tomar como válida
la opinión de esa gente? ¿De dónde partió la idea original, y cuál era su
objetivo? El objetivo era hacer algo por el propio placer, movido simplemente
por el afán de creación, de amor si me permites decirlo, aunque sea cursi,
hacia algo en lo que uno creía y quería ver realizado simplemente por sentir el
orgullo de haberlo hecho.
Pero todos acabamos perdiendo ese objetivo porque la necesidad de orgullo de
uno mismo cambia a la necesidad de orgullo de reconocimiento por los demás,
aunque sea de una forma casi incosciente.
Si lo que empezaste, sea lo que sea, lo hiciste pensando en que era algo bueno
para ti mismo, y que tú lo querías ver realizado, entonces no tienes que
preocuparte por lo que piensen los demás.
Siempre, en todo y para todo habrá detractores, pero no por ello uno debe
convertirse en detractor de su propio trabajo, creación o sueño cumplido. Si
quieres intentar mejorar algo, hazlo porque a ti te gusta así, no porque te lo
pida nadie. Y si quieres cambiar algo porque no te gusta, sigue el mismo camino
que te impulsó a hacer lo que sí te gusta. Aquél que hace caso de la crítica,
tanto buena, como mala, está auténticamente perdido. Si es buena, porque su
espíritu se ensalza, y si mala por todo lo contrario.
La gente es una mala influencia para casi todo. Haz sólo aquello de lo que tú
tengas realmente ganas y te llene siempre y cuando respetes a los demás. El
resto no importa.
Un saludo y un abrazo.
David.